Un par de artículos sobre boxeo
Boxing: A Great Sport Even for Kids
By Gabriel J. Adams
By Gabriel J. Adams
Boxing is a very demanding sport that can bring great rewards to someone that gives it everything that they have and more. If you can stick with boxing, then you will learn many very important life skills that will help you to be a better person. Also you can make a great career out of boxing, and might even become rich and famous. However if the proper respect and effort is not given, then the sport can eat you up, and spit you back out again. I started my boxing career in the Junior Golden Gloves in my city. I believe that the lessons I was taught during this time have helped to shape me into the man that I have become today.
During my experience in Junior Golden Gloves, I was not the best boxer of the group, but I worked hard everyday to get better and become the best boxer that I could. Boxing kept me away from drugs, gangs, and many other bad influences that some of my friends fell into during this time. I also believe that the Golden Gloves taught me the value of determination and hard work. As a boxer you can easily see what training and hard work can do for you in life. I believe that I have carried this throughout my life, and I try to let that hard work and determination translate into other things in my life.
You should definitely try to get your kids started in boxing when they are young, because it will keep them out of trouble, and also help them learn the skills that will make them leaders for the rest of their life. Also if your child is very good then they might even be able to make boxing into a very lucrative career. Boxing will also help kids learn how to stand up for themselves, and give them confidence that they can carry with them for the rest of their lives. I really enjoyed my time in boxing, and am very appreciative of the lessons I learned while I was boxing.
LA PAZ EN UN RING DE BOXEO
Complexo da Maré, Río de Janeiro. Es ahí donde nació, en 2000, el Centro Deportivo y Educacional Lucha Por la Paz (CEELPP). El proyecto comenzó en una pequeña sala donde no había siquiera espacio para las clases de educación cívica, se transfirió para un espacio dentro de una academia de musculación en la comunidad Nova Holanda, donde ahora celebra el primer año de su propio edificio. En la fiesta, que duró un día entero, realizada el 30 de agosto, muchos no conmemoraban apenas las nuevas instalaciones, pero una vida nueva.
Para entrenar en el CEELPP basta querer hacerlo. El espacio no hace exigencias. El joven no necesita estar matriculado en la escuela, pero es fundamental que regrese a las clases en algún momento. La metodología tiene como principales puntos el deporte, la educación cívica, la educación, el trabajo y la formación de líderes jóvenes.
La opción por el boxeo puede causar extrañeza, pero es justificada por el coordinador del proyecto, el antropólogo y ex boxeador Luke Dowdney: “El deporte es una válvula de escape para la adrenalina, lo que ayuda al joven a trabajar mejor sus hormonas. Además, es una disputa individual en la cual no hay víctimas, y eso estimula el protagonismo sin crear el sentimiento de invencibilidad o victimización”.
La edad mínima para la práctica del boxeo es 14 años, pero los niños y niñas con menos edad no son perjudicados. Para ellos hay clases de capoeira y lucha libre, además de las clases de educación cívica, ministradas a todos desde su entrada en el proyecto.
Actualmente hay entre 180 y 200 jóvenes que participan del Centro como alumnos, y otros, más antiguos, como líderes e instructores en las clases. En una charla con cuatro de ellos, conocimos sus historias y la trayectoria de Lucha Por la Paz.
Roberto Custódio, 19 años, lucha por la paz desde 2001
Cuando Roberto llegó al CEELPP el proyecto funcionaba en una pequeña sala alquilada de la Asociación de Moradores del Parque União, en el Complexo da Maré. En aquella época las clases de boxeo dividían espacio con una academia de musculación y los alumnos entrenaban en un espacio pequeño, donde no había siquiera ventilador.
Las clases de educación cívica disputaban el espacio con velorios y cultos religiosos. “Las clases ayudan a cambiar la mentalidad de muchos que llegan aquí con la intención de aprender boxeo para pelear en la calle”, explica Roberto.
Este tipo de comportamiento es severamente punido en el Lucha Por la Paz. Cuando algún caso de pelea es reportado a los educadores, el joven puede ser suspenso o, conforme la gravedad, inclusive expulso del proyecto. “Pero con el tiempo la gran mayoría ve que el boxeo sirve más para la defensa que para el ataque”, pondera el joven.
De funcionario de una tienda de alquiler de vídeo a auxiliar técnico en los entrenamientos del CEELPP, Roberto vio su vida cambiar radicalmente después de entrar en el proyecto. En abril de 2006 hizo su primer viaje internacional, para Irlanda del Norte, donde competió y conquistó la victoria como luchador de boxeo. “Si no fuese por el proyecto, nunca sabría que existía esa tal de Irlanda del Norte”, comenta bien humorado.
Para quien luchó mucho por todas esas conquistas, la emoción aparece al hablar del nuevo edificio. “Cuando veo que algunos jóvenes no dan valor al Centro, pienso en cuanto batallamos para tenerlo”, lamenta. “Recuerdo que aun cuando era apenas una sala en una academia dábamos mucho valor”, cuenta orgulloso.
Roberto, así como todo joven, quiere ser muchas cosas. “Ya pensé en ser luchador profesional, técnico o hacer carrera militar”, sueña. “Pero quiero ser piloto de avión, no quiero tener un arma”, concluye.
Sinval Cordeiro, 27 anos, lucha pela paz desde 2002
Sinval conoció el CEELPP por medio de tres amigos, vecinos de la comunidad, que participaban de las clases de boxeo en el proyecto. Cuando llegó tenía 22 años y, según el, “ya había pasado por todo lo que los jóvenes de comunidades carentes están acostumbrados a vivir”.
No es más así. Hoy en día el centro deportivo también es opción para los que llegan como Sinval: fuera de la escuela, sin trabajo y con la sensación que el camino que trazan no va a llevarlos al mejor destino.
Contrariando sus propias expectativas antes de participar de Lucha Por la Paz, Sinval se transformó en un líder. Es miembro del consejo joven del proyecto y trabaja junto a las educadoras sociales para mantener la asiduidad de los jóvenes. “Cuando detectamos la evasión, acompaño a la educadora a la casa del alumno para saber los motivos de su ausencia”, cuenta. “Como vivo aquí desde que nací, conozco muchos de ellos y sus familias, lo que facilita el acceso”, justifica.
Pero la posición de liderazgo que Sinval asumió no es apenas una consecuencia de haber nacido en el Complexo da Maré. Tiene relación también con su desempeño como alumno de boxeo, su involucramiento personal y su interés por la metodología del CEELPP.
Antes de trabajar en Lucha Por la Paz, fue seleccionado a través del proyecto para una pasantía de seis meses en una multinacional. “Cuando llegué me mostraron que era posible alcanzar el éxito de una manera diferente. Volví a estudiar, asocie el deporte a la educación”, relata.
Fue introducido al proyecto por un amigo, pero admite que si dependiese de el no estaría allí. Antes de entrar en el LPP, Daniel dice que era un chico rebelde, agresivo e indisciplinado. Dos años de la disciplina del boxeo y las siempre mencionadas clases de educación cívica hicieron con que el hoy fotógrafo cambiase el rumbo de su vida.
“Estaba involucrado en cosas malas y sé que hoy en día estaría muerto o preso si no estuviese aquí”, admite.
Después de entrenar por dos años, el joven conoció a la fotógrafa Kita Pedroza en un evento. “Ella me despertó las ganas de aprender fotografía”, cuenta Daniel. El joven ganó una beca en la escuela Ateliê da Imagen donde aprendió lo básico. En la ONG Observatorio das Favelas, también en el Complexo da Maré, cursó el primero módulo del curso de fotografía avanzado y en breve comenzará el segundo.
Daniel pasó por la sala del Parque União, por el antiguo espacio en la calle Teixeira de Melo y habla con orgullo de la nueva sede: “Es una emoción muy grande conmemorar el primer año del edificio, de nuestro edificio”.
Hasta 2003 el CEELPP era territorio masculino y Manuela llegó para probar que la diversidad apenas enriquece. Ella fue la primera mujer a luchar en nombre del LPP y su éxito hoy inspira a muchas otras chicas que llegan a entrenar.
Manuela tiene un hijo de cinco años cuyo padre también es miembro del CEELPP. El niño pasea por el ring con la intimidad de quien lleva en la sangre el gusto por el boxeo. “Me gustaría mucho que siguiese mis pasos y los de su papá”, idealiza Manuela. “Pero creo que, como madre, no me iba a gustar ver a mi hijo recibir golpes”, cuenta sonriendo sabiendo que puede vencer ese desafío.
Ella explica que, así como muchos de los chicos, buscó las clases de boxeo porque estaba interesada en aprender a luchar. “No era una chica, digamos, muy simpática. Era de pelear mucho”, admite. “El boxeo me enseño a actuar con disciplina y calma y las clases de educación cívica me ayudaron a ejercitar la capacidad de resolver los conflictos a través del diálogo”.
La joven cuenta que estaba muy nerviosa en su primera lucha, pero hoy en día no tiene dudas cuanto a lo que quiere para si misma. “Después que vine para acá tuve ganas de volver a estudiar y hoy en día entreno para ser pugilista profesional”.
Fotos: D. Soares /Emilie Reiser.
(Fuente:http://www.comunidadesegura.org)
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