El Ayuntamiento niega el acceso de los arqueólogos a los subterráneos de la ciudad y rechaza su puesta en valor


El misterio sin resolver sobre qué existe bajo el suelo de Cádiz seguirá sin aclararse de momento. Tras años de silencio, el Ayuntamiento ha acordado paralizar las investigaciones de un equipo de arqueólogos y empresarios acerca de parte del subsuelo de la ciudad. En concreto, de los ramales supuestamente de época romana y de grandes dimensiones que recorren parte del casco, distintos de las conocidas como Cuevas de Mariamoco.

La leyenda de grandes pasadizos de los que los niños perdidos narraban historias fantásticas seguirá en la mitología colectiva de Cádiz, después de la resolución de la Junta de Gobierno Local, que ha tumbado el proyecto arqueológico promovido por Germán Garbarino, gerente de la Casa del Obispo. El empresario se mostraba ayer «extrañado» de que el Ayuntamiento no le otorgase los derechos de reconocimiento del descubrimiento, estudio arqueológico y elaboración de un proyecto de puesta en valor de los restos «tras concurso público. No entendemos cómo niegan a una empresa que investigue pagando los costes del proyecto», dice Garbarino.

Estos trabajos necesitaban el permiso municipal para llevar a cabo una microperforación en la plaza de la Catedral por la que introducir una cámara de infrarrojos y comprobar el estado de uno de los ramales. Sin embargo, esta petición también ha sido rechazada.

Garbarino comenzó hace años a investigar las historias sobre enormes túneles en la ciudad y consiguió algunos planos de los subterráneos. Después de varios intentos, consiguió conocer las entradas y según sus declaraciones lo puso en conocimiento del Ayuntamiento con la intención de estudiar los vestigios para hacerlos visitables al público en un futuro. Declara además que el descubrimiento fue registrado en la Delegación de Cultura y que en el Consistorio «pidieron pruebas del hallazgo», por lo que realizó pruebas de georadar en la zona de la Catedral que resultaron positivas. Según los informes arqueológicos, grandes túneles de época romana de al menos dos metros de anchura y tres de alto surcan el suelo desde las Puertas de Tierra hasta San Juan y se ramifican por toda la ciudad con construcciones de épocas posteriores. Tras la prueba de georadar, Garbarino pidió permiso municipal para realizar una microperforación en la plaza de la Catedral, autorizada por la Delegación de Cultura.

Tres años de silencio

Aquello ocurrió en 2006 y desde entonces, el empresario asegura no haber tenido noticias del Ayuntamiento hasta la semana pasada. Según la resolución, la solicitud vulnera el artículo 61 del Reglamento de Bienes, lo que según Garbarino significa que no ha aportado una memoria del trabajo. Desde su punto de vista, sí que ha presentado un informe arqueológico aunque sin los puntos de entrada a los túneles, que es «lo que quería el Ayuntamiento».

Según el concejal delegado de Urbanismo del Ayuntamiento Ignacio Romaní, se ha rechazado la solicitud porque «no supone ningún descubrimiento». Dice también que el Ayuntamiento no contempla hacer visitables los túneles y que la razón de más peso para la negativa a los arqueólogos es «la seguridad». «Ha sido irresponsable entrar en los túneles porque se ha puesto en peligro él y los demás», concluye.

Garbarino dice haber gastado 115.000 euros en investigación y más de 200.000 en dos inmuebles desde los que puede acceder a los túneles para un proyecto que quedará para «tiempos más propicios».

apaolaza@lavozdigital.es

(Fuente:Lavozdigital.es)

No voy a negar que el argumento esgrimido por el Ayuntamiento, la seguridad, es sólido cuando nos referimos a lugares de difícil acceso como es el caso de los túneles; es razonable que en estos tiempos que corren no se permita deambular a propios y extraños por las entrañas de Cádiz. Lo que no se puede justificar es la negativa a permitir una investigación que, en otras grandes ciudades del mundo, como podemos ver en el programa "Ciudades bajo tierra" del Canal Historia, proporciona publicidad y acrecienta el interés turístico de las mismas.

El caso de Edimburgo, que conozco de primera mano, es un buen ejemplo. Los espacios subterráneos que sirvieron de morada a las clases menos pudientes de la ciudad, son ahora un recurso turístico de primer orden, como las destilería de Whisky de la Royal Mile o el Castillo. 

Al menos dejen intentar a promotores privados como Garbarino, interesados por la salvaguarda del patrimonio histórico de la ciudad -más interesados que el mismo consistorio, que no parece darse cuenta de lo que tiene bajo sus pies y que es raro que denuncie una obra ilegal aunque la tenga al lado- y el desarrollo de nuevas fuentes de riqueza sociocultural para la urbe gaditana, que desarrollen sus ideas. Mientras cumpla con los requisitos que se le soliciten, ¿cuál es el problema?

Mientras sigamos votando a políticos sin visión de futuro ni miras, más allá de sus propios intereses partidistas, esta ciudad no dejará de ser una ciudad final de trayecto.

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