Los niños perdidos

Hay veces que no entiendo la legislación española. La Ley del Menor ha favorecido la aparición de precoces delincuentes que, sabedores de su total impunidad -porque son menores y no gilipollas-, campan a sus anchas por los límites del bien y del mal. Si no teníamos bastante con los que no tienen más remedio que ganarse la vida con el delito, con la devolución multidisciplinar a la sociedad de todos los males que los han hecho así, ahora tenemos que lidiar con aprendices de macarra

Los niños de hoy día no son los inocentes angelitos que solían ser la representación de una infancia traviesa, ahora son maduros mucho antes, acostumbrados a estar solos en casa porque sus padres trabajan todo el día; están desprovistos de modelos cercanos a los que seguir, por lo que se crían con personajes de contenidos multimedia (TV, internet, iPods...) antes que con los que pueblan los libros -leer es considerado como parte del castigo que implica estar en un sistema educativo, como algo inútil, un deber antes que un placer-, todo impulsado por los "lumbreras" que llevan cargándose la Educación en este país desde la llegada de la democracia. No voy a caer en el tópico de la televisión como escuela de delincuentes, pero la verdad es que no creo que sea muy educativo para ciertas edades seguir las aventuras de un psicópata como Dexter, los espectáculos que dan en TV cualquiera de las fulanas que cuentan cómo es follarse a un famoso futbolista o, sin ir más lejos, asistir al dantesco show del telediario de cada día.

Los niños no son maduros, y los padres (los que tuvieron hijos voluntariamente) son egoístas para con sus obligaciones. Nadie quiere renunciar a nada por ser padre/madre, y eso no funciona así, a no ser que tengas recursos económicos para permitirte una institutriz, o heredes la tradicional "Tata". Ser padre es algo más que alimentar hasta la obesidad, sepultar carencias afectivas con juguetes y caprichos, ser "amigo" de los hijos (me descojono de los que afirman ser amigos de sus hijos, porque además de resultar "naif" es una absoluta demostración de sus limitaciones mentales como progenitores) y defender a capa y espada a tus retoños, tengan o no la razón.

Ahora el tiempo libre se dedica al ocio sin más, ofreciendo a los hijos un hueco en el consumo de ocio común a toda la familia, comidas en McDonalds, viajes de ensueño, actividades al aire libre, etc. Un mundo de diversión fabricado a la medida de las necesidades de la familia media en un fin de semana. Un mundo vacío, especialmente cuando llega el domingo por la tarde y hay que volver a la realidad, en caravana interminable de coches por pagar.

Los hijos de puta que se dedican a violar niñas, como es el caso de los menores de Baena o los de Isla Cristina, pueden ser víctimas de la sociedad, como dirán muchos pedagogos y psicólogos papanatas, expertos en hacerse pajas mentales, pero ¿qué pasa con las víctimas de las víctimas?Y los padres de estos hijos de puta, ¿no tienen sangre en las venas? Si mi hijo fuera culpable de un acto de naturaleza tan execrable, moriría en ese mismo momento para mi, por mucho que sea sangre de mi sangre. Por no mencionar que se iba a llevar la paliza más grande desde la que le dio Adán a Caín. Ahora me tacharán de maltratador las mismas mentes pensantes que permiten que un menor de 14 años pueda matar, violar, quemar, robar, acosar, etc., sin tener que temer castigo alguno para sus acciones. Me importa un carajo, obviamente.

Lo peor es que TODOS son culpables de que la Ley del Menor esté en vigor: los que estaban en el gobierno en el año 2000, los que estaban en la oposición, los asesores técnicos de los políticos que legislan (los papanatas mencionados antes), la sociedad que no sabe ver más allá de sus pueblerinas fronteras (problemas como los que están surgiendo ahora en nuestros niños y adolescentes son comunes en países que nos llevan la delantera en esta putrefacción recurrente que es la "civilización occidental") y prevenir con antelación los defectos que conlleva el cambio sociocultural del "progreso".

Y todo por querer imponer premisas falsas sobre lo qué es y no es ser civilizado y/o ser humano. Echen un vistazo a la historia de nuestra especie y se darán cuenta de que no somos muy distintos de los animales, si acaso mucho peores por ser precisamente eso, seres humanos. Sólo aprendemos con estímulos. Premio para lo correcto, castigo para lo incorrecto. Todos los demás matices son aplicaciones imperfectas, -la esencia de nuestra humanidad, a mi parecer, es la imperfección y la redundancia vital-, de variables puntuales de estos dos extremos. La continua lucha entre la luz y la oscuridad.

Conforme avanzamos hacia la cumbre de la civilización, hacia la cúspide de la pirámide evolutiva, estamos más cerca de volver a ser simios. Y que me perdonen los simios...

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