Entrevista con Peter MacIntyre

Peter MacIntyre ha estudiado las motivaciones que llevan a muchas personas a aprender y utilizar una segunda lengua. Los beneficios económicos que se derivan de ello son, a los ojos de este profesor de psicología de Canadá, sencillamente la parte más prosaica de la cuestión. Ser más tolerante con otras culturas o recuperar la propia identidad perdida, son algunos de los motivos muy buenos para estudiar otro idioma. MacIntyre participó el pasado marzo en la presentación de la Cátedra de Multilingüismo Linguamón-UOC, creada conjuntamente por la Casa de las Lenguas y la UOC.

Por Cristina Rius

¿En qué consiste el concepto Willingness to Comunicate (WTC, 'voluntad de comunicarse') en el que usted trabaja?

La idea es que hay gente más acostumbrada que otra a aprender una segunda lengua, y entre la gente que tienen el mismo interés y experiencia, algunos usan más esta segunda lengua que otros. Influyen las motivaciones. Hay personas, por ejemplo, que se esforzarán mucho en utilizar la segunda lengua y mejorarla, aprovecharán cualquier ocasión para hacer uso de ella, mientras que otras son más reservadas, se lo toman con más calma y la hablarán muy raramente. Por lo tanto, en el uso de una segunda lengua no influye sólo la preparación o la experiencia, sino que hay un amplio abanico de factores psicológicos que tienen un impacto importante a la hora de decidir a las personas a hacer uso de la segunda lengua aprendida.

¿Qué lo llevó a estudiar estos aspectos?

Me he especializado en psicología y comunicación, lo que te lleva a analizar las muchas variables de los procesos comunicativos. Cuando añades el uso de la segunda lengua, todo se convierte en más complejo. Entras en la dimensión de otra lengua, de otra cultura, y todo es más interesante.

¿Cuáles son las grandes ventajas, a nivel psicológico, de hablar una segunda lengua?

Se habla mucho de la utilidad de una segunda lengua para la globalización económica, la inmigración, el inglés para hacer negocios, pero hay un abanico más amplio que va del acceso al turismo a potenciar nuevas relaciones, amistades, actividades culturales... Aprender nuevas lenguas no sólo aporta beneficios económicos. Las lenguas y las culturas están relacionadas muy estrechamente, muchos argumentan que es prácticamente imposible separar una lengua de una cultura. Y, si una lengua muere, es una pérdida irreparable para una cultura. Yo añadiría que, si una lengua está amenazada, y el número de personas que la hablan cada vez es menor, eso comporta un estado emocional de temor que cambia a las personas. Cuando una cultura está amenazada tienes la sensación de que algo muy importante de ti mismo puede desaparecer, y eso puede cambiar la manera como las personas se relacionan entre ellas.

¿Podemos controlar esta situación?

Sí, porque el uso de una lengua es, en gran parte, una decisión individual y, además, forma parte de un proceso social. Por ejemplo, en Canadá y EE.UU. hay gente que está aprendiendo lo que llamamos heritage languages, las lenguas de sus antepasados. No desean utilizarlas en conversaciones cotidianas ni para hacer negocios, pero forman parte de su identidad y quieren aprenderlas porque son parte de su historia. Es lo que ha pasado en el estado canadiense de Nueva Escocia. Los aborígenes han resucitado su identidad, han conseguido más fuerza política, su población está aumentando... han estado cada vez más unidos en temas de lengua porque no quieren que desaparezca. En el pasado su lengua era oral, pero ahora han hecho un primer diccionario; precisamente lo han elaborado un par de profesores de la universidad donde trabajo. Este tipo de trabajo, elaborar un diccionario, es enorme, porque después de todo el esfuerzo te das cuenta de que el trabajo no está terminado. Una cosa así sólo se puede hacer cuando tienes una verdadera motivación para conservar una lengua, una identidad.

¿Qué piensa de los estudios según los que en cincuenta años desaparecerán el 90% de las lenguas que conocemos?

Si la gente habla una lengua y quiere mantenerla, aunque comporte un gran esfuerzo, si quiere realmente que siga viva, no hay nada que pueda detenerla, se podrá transmitir a la próxima generación, que a su vez tendrá que decidir... Las lenguas siempre están cambiando, y probablemente muchas desaparecerán, pero las que hablan algunas personas empeñadas en que no desaparezcan, dentro de cincuenta años todavía se hablarán. Yo no soy tan pesimista como los que vaticinan la pérdida de un montón de lenguas debido a la presión de una lengua mayoritaria... porque, cuando hay una presión, la gente también puede reaccionar.

¿Cree necesaria la intervención de los gobiernos para proteger las lenguas minoritarias?

En general, un gobierno solo no puede hacerlo. Hace falta el compromiso de las personas, que pasen su lengua a sus hijos y les inculquen el amor por su idioma. Piense que una lengua puede perderse en tan sólo tres generaciones; por lo tanto, que no desaparezca depende mucho de los individuos. Creo que deben existir las dos cosas: si un gobierno trabaja para defender una lengua y no hay correspondencia del individuo, la lengua tendrá problemas; y pasa lo mismo al revés: sin la complicidad del gobierno, el individuo lo tendrá más complicado para pasar su lengua de generación en generación. En cualquier caso, lo que importa es que la lengua sirva efectivamente, que sea una herramienta para realizar las actividades que nos gustan: ir al cine, leer, jugar... los niños no jugarán en el patio con el fin de aprender un segundo idioma, pero quizás lo necesitan si quieren jugar. Es eso lo que garantiza su continuidad. Si la gente se da cuenta de que es útil hablar una lengua, será mucho más fácil que la aprenda.

¿Porque hay grupos de población que defienden más su lengua que otros?

Desde el punto de vista identitario, los grupos que quieren que su lengua sobreviva tienen un fuerte sentimiento de cohesión, de orgullo de su historia y cultura. Cuanto más fuerte sea la identidad, más motivos habrá para mantener la lengua propia viva. Los grupos que pierden este sentido de identidad, que están dispuestos a asimilarse o integrarse a grupos mayores, no defenderán su lengua.

¿Cuesta más aprender una lengua a medida que nos hacemos mayores?

El aprendizaje es diferente. Los niños aprenden idiomas por absorción, imitan a sus padres, construyen el idioma desde la base. A los doce, trece o catorce años, el método para aprender una nueva lengua es otro. Los adultos pueden partir de la primera lengua aprendida y hacer comparaciones: "Si en inglés lo decimos así, en francés asá, y eso lo recordaré como norma y aquello como excepción". Los adultos pueden aprender la estructura de una lengua, las normas abstractas, la gramática, casi como si fuera una asignatura de escuela. Este aprendizaje no es necesariamente menos eficiente que el de los niños, es simplemente diferente. Si piensas en un niño, la mayor parte del día a día se lo pasa aprendiendo una lengua, y tarda entre tres y cuatro años en aprender perfectamente la lengua materna, pero no será hasta la adolescencia que empezará a tener un vocabulario más amplio. Tendemos a infravalorar el esfuerzo que hacen los niños para aprender lenguas, creemos que para ellos es muy fácil. En cambio, hay adultos que en un par de años aprenden un nuevo idioma, y este ritmo es muy eficiente.

¿Qué le parece la propuesta de una lengua común, como pasó con el esperanto, para facilitar la comunicación?

El esperanto se probó, ha existido y allí está; no conozco a nadie que lo hable y no puedo imaginar a nadie hablándolo, porque le falta toda la dimensión cultural; no hay el sentimiento de orgullo, las emociones, las raíces. La lengua no puede controlarse hasta este punto, crece con cada individuo, se integra a la persona, en cómo piensa, qué siente, sus experiencias... No se puede arrancar y reemplazar por otra cosa.

George Orwell vaticinaba una neolengua en 1984...

En aquel mundo las personas actuaban como máquinas, tenían que ser todas de una forma determinada. Hoy podemos decir que el inglés juega el papel de lengua útil para los negocios, los viajes o mucha comunicación en general, pero no puede sustituir a la lengua propia.

¿Para tener "éxito" en la vida, cuántos idiomas debo hablar?

¡Depende de lo que se considere éxito! [Ríe.] Creo que para tener éxito deberías saber hablar bien una lengua. Si hablas dos, estará muy bien, porque te estarás abriendo a otra cultura y quizás te darás cuenta de que la mejor manera de ver las cosas no es la tuya, lo que permite ser más flexibles, tolerantes. Para tener éxito en términos de oportunidades económicas, hoy día necesitas dos o, mejor aún, tres idiomas. Pero depende de cada persona, y de lo que quiera viajar y de la voluntad de acceder a otras culturas. Si te interesan las otras culturas, te resultará más fácil aprender sus lenguas. Hay gente que habla seis, siete u ocho idiomas, y cada uno nuevo que aprenden les resulta más fácil, porque ya conocen los mecanismos del aprendizaje.

(Fuente:http://www.uoc.edu/portal/castellano/la_universitat/sala_de_premsa/entrevistes/2007/macintyre.html)

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