Un colosal proyecto que firma la Universidad de Cádiz pretende reflotar los restos de uno de los buques más legendarios de la historia de la navegación española. Se trata del Santísima Trinidad, el mayor navío de línea de su época que se hundió en 1805 tras el Combate de Trafalgar, que tuvo lugar frente a las costas de Cádiz. En aquella brutal batalla de Francia y España contra Inglaterra, el país perdió -además de la hegemonía marítima y miles de vidas-, el apodado Escorial de los mares, que se fue a pique en una tormenta cuando era remolcado por los hombres de Horacio Nelson hacia Gibraltar.

Tras dos siglos de silencio en su tumba de algas, un equipo de la UCA propone la titánica tarea de sacarlo a flote, conservarlo y exponerlo en tierra en Cádiz, la ciudad que lo vio zarpar por última vez, en un gran museo. No se trata de una empresa de ciencia ficción, pese a que la tarea tendría una relevancia a nivel mundial, similar al museo del navío Vasa del siglo XVII que fue recuperado y que se expone en Estocolmo como el más visitado del mundo.

Un informe de la universidad al que ha tenido acceso LA VOZ revela uno de los mayores proyectos de arqueología marina de los últimos años, programado de cara al año 2012.

Dicho proyecto confirma que el pecio del buque se ha localizado ya frente a las costas de Barbate. La posibilidad del hallazgo saltó a las páginas de los periódicos esta semana al saberse que el buque Malaspina de la Armada Española había localizado durante unas pruebas de material de detección de pecios, una irregularidad que podría corresponder con el Escorial de los mares. La información remitía al catedrático de Historia de la Navegación de la UCA Luis Coín, que es quien firma el proyecto de puesta en valor del legendario navío. El proyecto ya se presentó a las instituciones hace unos años, aunque no consiguió el respaldo suficiente. Ahora, sus responsables pretenden ponerlo de nuevo en marcha tras los últimos hallazgos de la Armada.

Años de trabajo

El salvamento de los restos del Santísima Trinidad, conllevaría años de trabajo divididos en tres fases. La primera consistiría en la recuperación del pecio, «localizado ya cerca del Cabo de Trafalgar» y tomaría un año entero.

Más tarde, los técnicos tendrían que tratar en Puerto Real durante dos años los restos para su conservación tras más de dos siglos sumergidos y a merced de las corrientes y el agua marina. Esta parte tomaría dos años, al igual que la construcción del edificio del museo y la preparación de todo el material didáctico para acompañar la descomunal pieza.

El Santísima Trinidad fue construído en 1769 en los astilleros de La Habana como un gigante de guerra. De todos los navíos de línea -disparaban de costado-, era el único concebido con cuatro puentes armados con una artillería de 140 cañones.

Fue el buque insignia de la flota española durante el combate, al mando de Federico Gravina. Pese a su escasa maniobrabilidad, se trataba de uno de los buques más respetados y en la lucha de astillas y pólvora de la fatidica mañana del 22 de octubre de 1805, luchó contra seis naves inglesas antes de ser desarbolado y rendirse. Los ingleses quisieron guardarlo como presa, y en ese intento lo comenzaron a remolcar rumbo al puerto de Gibraltar. Sin embargo, la fortísima tormenta que siguió a la lucha mandó a pique la nave, al parecer frente al cabo de Trafalgar. En esas inmediaciones, buzos privados encontraron hace cinco años un ancla de doce metros de longitud en madera y metal que se consideró de manera extraoficial como parte del navío. La historia completa podría salir a flote en los próximos años si las instituciones consiguen el acuerdo y los fondos suficientes, una cantidad que se presume astronómica.

(Fuente: La Voz Digital/apaolaza@lavozdigital.es)

Bueno, no estaría mal llevar a cabo el proyecto, aunque creo que resulta algo ambicioso. El fondo marino de la costa gaditana está lleno de pecios, unos con un valor científico e histórico innegable, otros con un valor pecuniario elevado -aquellos que esconden en sus bodegas tesoros similares al encontrado por Odissey en su aventura bucanera-, pero ninguno con las dimensiones del Santísima Trinidad.

Las dificultades de tamaña empresa serán principalmente el coste de recuperar el navío, su traslado a unas instalaciones adecuadas para su tratamiento conservador; la restauración de la nave tampoco será una nadería en costes económicos. Todo ese esfuerzo, una vez conseguidas las autorizaciones pertinentes y atravesadas las procelosas aguas de la tramitación burocrática de un proyecto de arqueología subacuática sin precedentes. Y mejor no hablamos de plazos que, como se menciona en el artículo, nos llevarían más allá de 2012.

Sin duda, la idea de un Museo del Mar en Cádiz es una excelente forma de recuperar la relación de Cádiz con su entorno inmediato, las aguas que un día fueron las vías de comunicación más importantes del mundo y que dieron a la ciudad su esplendor perdido. La ubicación del museo en los terrenos de Astilleros facilitaría la reconversión de la zona, siguiendo ejemplos como el de la ciudad de Liverpool, que cuenta con una impresionante oferta cultural de museos en la zona de los antiguos "docks".

La cuestión es quién se va a hacer cargo de los gastos, clave de todos estos proyectos. Ha hecho falta la llegada del bicentenario para que se puedan afrontar las obras de mejora de los museos locales, tanto del Arqueológico como del de las Cortes. ¿Habría que esperar al tricentenario para conseguir los fondos necesarios?


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