Un sueño extraño...
Esta noche he soñado algo muy extraño, quizás por los efectos perjudiciales de los efluvios pestilentes que he estado respirando en la obra de La Mirandilla, porque me estoy tragando los aromas de la basura histórica de todo el Barrio de Santa María.
Soñé que Fidel Castro venía a visitarme, de camino que pasaba por Cádiz para ir a Decathlon del Puerto para comprar un chandal nuevo. Me abrazaba efusivamente y me decía que tenía que abandonarlo todo e irme con él a Cuba, para hacerme cargo de la Revolución. Yo me quedaba de piedra, porque la verdad es que ya estoy curado del idealismo de la juventud y creo que la solución a los problemas del mundo no la tiene el comunismo sino Ronald McDonalds, pero qué le iba a decir al pobre hombre, con la ilusión que tenía.
Pues nada, ya estaba haciendo las maletas, saboreando ya los mojitos que me iba a beber en "La Floridita", cuando apareció en el sueño mi mujer, armada con una estaca y se lió a repartir palos a diestro y siniestro, echando al pobre Fidel de casa y castigándome a escribir cien veces "no me marcharé con dictadores bananeros a vivir la vida alegre".
Menos mal que me desperté. Es la última vez que abuso de los cacahuetes por la noche. Palabra.
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