De cena, cenae...
Ayer noche estuvimos de cena en el Gades romano, celebrando la visita del cuestor Cayo Julio César, en un banquete organizado por el rico comerciante Lucio Cornelio Balbo, después de haber ofrecido sacrificio en el templo de Hércules.
Julio se ve muy educado, como miembro sobresaliente que es de la gens Julia que, aunque de poca fortuna, patricios son de Roma. Y es que Julio tiene muy buena relación con su tío Cayo Mario, quien fue el que lo encaminó a la carrera política; hay quién dice, incluso, que podría aspirar a altos cargos en la República si hace una buena gestión aquí, en Hispania. Además, parece que es un hombre muy sensible, porque me ha dicho una hermana de mi esposa, que conoce a un sirviente del templo, que incluso ha llorado al ver la estatua del gran Alejandro. Pero también me han dicho que es más guapo en las estatuas que en persona. O igual se le metería algo de arena en los ojos, porque el viento de Levante estaba traicionero esta semana.
La cena estuvo amenizada por bailarinas de la Tingitania y nuestras puellae, muy bien servida por esclavos de todos los colores (Balbo, como nuevo rico, es muy escandaloso en sus compras y todo lo hace para aparentar), la comida compuesta por deliciosos manjares que harían la envidia de los mejores cocineros de Roma, y todo regado con el vino de los mejores viñedos del Mediterráneo. Hubo en la fiesta hasta un augur muy famoso que leía el futuro de los presentes. Sacó a un egiptiano de Hispalis, que creo que es amante de una de las pequeñas de la gensIurati, la del pelo como el sol del mediodía y el carácter de un escorpión, y le vaticinó que esa noche se comería un pescado grande como una braza. El egiptiano como es nuevo en Gades, no está al tanto de las costumbres locales, tan diferente que es el ánimo de los hispalenses al nuestro, y no comprendió el doble sentido de la profecía, a pesar de lo evidente de la misma.
Fue una noche muy entretenida, no tanto como cuando echan de comer cristianos a los leones en el anfiteatro, pero bueno, no todos los días podemos tener circo. Doy gracias al Dios Baco por sus atenciones y al Dios Asclepio por devolverme la salud tras la resaca.
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