Anuncios de verano

Bueno, ya están aquí los anuncios del verano. Este año vienen más cargados de optimismo que nunca; alegría de vivir el estío, playas paradisiacas, ligues de sol y playa. El de la cerveza, que creo se ha rodado en Formentera, es el mejor con diferencia. Eso es ver la botella medio llena a rebosar y lo demás son tonterías. 

Un nota con cara de capullo que llega un el barquito a la isla. 

Nada más llegar, liga, y se pasa las vacaciones harto de porros, fiestas, rebujito, muchachas que se le abren en flor, puestas de sol de colores y demás abalorios de "Verano Azul". Porque digo yo: ¿A quién le ha pasado eso alguna vez? 

(Sí, todo conocemos al típico colega que cada septiembre vuelve con una historia amorosa cual Danny "Grease", pero eso no cuenta; se folló a una pedorra en un pajar, en una estancia en el pueblo, nada más cumplir los 17 años, y desde entonces cada verano la cosa va yendo a más en su calenturienta imaginación -ya se cómo empezó Tolkien lo suyo-, pero como es ya una tradición, pues le jaleamos la gracia) 

Pues eso, como decía, que eso no le ha pasado nunca a nadie, eso es una leyenda urbana como lo de la novia de la curva -que, por cierto, salió conmigo un tiempo-; pero como llega el verano, y con la crisis está todo el mundo muy desanimado, hay que dar buenas esperanzas al personal. ¡Si hasta Gambrinus está más canijo en el chiringuito! Se le ve muy mejorado desde el último bypass coronario...
 
La verdad es que es mejor así, porque si te contaran la verdad, que vas a padecer a tu cuñado y sus batallitas con Martínez el de la oficina porque no hay dinero para ir a apartamento unifamiliar; que vas a perder cientos de horas en atascos kilométricos; que vas a ver un montón de ninfas/efebos encantadoras/es a tu alrededor, con cuerpos bronceaditos y húmedos, turgentes carnes de juventud, mientras tú tienes que sentarte al lado de la pesada de tu mujer o de tu marido, que parece que se ha hecho una/o con la tumbona, la revista Hola y pamela del Cosmopolitan/Diario Marca, radio orejera y gorra del Cádiz, como uno de esos árboles del Señor de los Anillos, pero en versión playera; yo te juro que la mayoría de nosotros gritaríamos:

 ¡Qué le den por culo a las vacaciones!

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