Las aventuras de Jenaro

La que se ha liado con la aventura de Jenaro. Es la comidilla de todo Cádiz. ¿A quién se le ocurre fingir su propia muerte para escapar de problemillas económicos? Si en este país eso no es delito grave, si acaso un pecadillo venial, comprensible incluso. Hay miles de Jenaros de la vida paseándose tan tranquilos por la calle que deben dinero hasta al de los cupones de la ONCE, pero no montan una trama digna de Dumas para evitar las consecuencias de sus actos.

La desesperación hace que se cometan errores irreparables, pero hay que pensar las cosas dos veces antes de dejar una familia abandonada, intentar hacer creer al mundo que has muerto y volar al Paraguay; además, con la desvergüenza de crear otra familia al otro lado del charco. Yo lo hubiera hecho de otra manera, la verdad.

Jenaro debería haber entrado en política, que así se mete uno en el bolsillo a los jueces y a los acólitos del partido; o liarse con una folklórica, al estilo Julián Muñoz; o simplemente reconocer que había sido estafado por querer ser petrolero como Rock Hudson en "Gigante" y apechugar. Y es que, el que mucho abarca, poco aprieta. No es bueno dejarse llevar por las corrientes neocapitalistas, las mareas económicas o el boom inmobiliario. Como ya digo, habrá miles, cientos de miles como Jenaro: albañiles metidos a promotores inmobiliarios, sindicalistas de los que cobran comisiones por los cursos que imparten y que no sirven para nada, políticos de tercera regional recalificando terrenos, arqueólogos que se venden a cambio de las migajas de los constructores o por una mierda de trabajo en empresas públicas, escritores que escriben a la medida de los poderosos; incluso hay gentuza por ahí que recalificó España de su estado como "finca de los Franco" a finca de la clase política "democrática", silenciando a los militares con retiros de oro y prebendas variadas. ¿Y alguien pide cuentas? Pues eso, que no pasa nada, que esto es España, tierra de "espabilaos" desertores del arado con ínfulas de presidentes del Real Madrid.

Yo no ahorro nada, soy incapaz, así que estoy a salvo de convertirme en empresario emprendedor o invertir en sellos. Es más, cuando tengo más dinero de la cuenta, me empieza a picar la mano y me lo gasto en "tonteridas". Ya lo decía mi padre: "Nunca llegarás a nada siendo tan manirroto". Tenía razón, pero eso me ha salvado de ser un traidor a mi clase: los inconstantes indolentes enfermos de cinismo sexoadictos.

Jenaro tiene ganada la inmortalidad gadita: será protagonista de muchas tonadillas en los próximos carnavales, y lo señalarán por la calle -cuando salga del trullo, que será rápido- todos los cotillas de la ciudad. Incluso puede que le pongan mote con arte: Jenaro "el Paraguayo", Jenaro "el Resucitao", Jenaro "el Petróleo" (no confundir con esa gran artísta, "La Petróleo"), etc.

La familia, mientras tanto, pide respeto para si misma, no esperando salir en los papeles de esta guisa. Una cosa es que el "pater familiae" se vaya a por tabaco, y otra muy distinta montar un "Durmiendo con su enemigo" en plan casero, esa película de Julia Roberts en la que se escapa fingiendo haberse ahogado. De todos modos, deberían tomarse la cosa con más filosofía: al menos no se marchó por no soportar la vida familiar, tardó poco el payo en crear otra familia. Y aunque le haya salido mal, su intención debería ser buena, aunque errada en el planteamiento. Otro hubiera mandado a la mierda a todo el mundo, haciendo gala de la vergüenza torera "made in Spain", al estilo González "Señor X" o "Trajecitos" Camps.

Ánimo, Jenaro, que lo que has hecho mal ha sido dejarte coger. Peor fue lo de invadir Polonia y ahí tienes a los alemanes, tan frescos, echando la culpa a Hitler. Y es que siempre es bueno que haya un hijo de puta cerca para quitarse complejos nacionales.

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