Collage
Hubo un tiempo en el cual no existían los teléfonos móviles, la televisión tenía 5 canales y los ordenadores personales eran más una apuesta de futuro que una realidad omnipresente. Antes del Photoshop, los programas CAD y demás herramientas, había trabajos que resultaban bastante engorrosos para todos aquellos que no habíamos sido agraciados por habilidades manuales.
Recuerdo con especial inquina el dibujo técnico, martirio creado para poner de los nervios a cualquiera; tinta china, tiralíneas, compás, Rotrings (marca de estilógrafos que llegó a ser denominación genérica) de 0,8, 0,4 y 0,2; cuaderno de A4 para representar geometría inservible y aburrida. Recuerdo un total desinterés por mi parte, debo admitirlo, pero la verdad es que ninguno de mis profesores supo transmitirme el amor por el Arte que, una vez crecidito, llegué a desarrollar para con cualquiera de sus variantes: cine, pintura, escultura, arquitectura, etc. Idéntico era el caso para con la marquetería, el montaje de circuitos eléctricos pila-interruptor-bombillita, ceniceros de arcilla y demás entretenimientos de la clase de Pretecnología o Plástica. Sin embargo, había una disciplina que me llamaba la atención sobremanera: el collage. Recortar fotos de revistas y pegarlas sobre una superficie, creando una composición, sí era divertido, aunque no dejaba de ser pesado con tanto pegamento, trocitos de papel por todas partes. Una técnica artística que, gracias al desarrollo de herramientas de retoque fotográfico y diseño gráfico por ordenador, mantiene su vigencia y su vanguardismo desde su nacimiento. Aprovecharé los excelentes trabajos de nuestro amigo Rubén en este campo para ilustrar este post, agradeciendo de antemano su desinteresada colaboración con La Vida del Inconstante.
Si nos remontamos a la primera década del siglo XX es posible encontrar en ella el origen de una de las técnicas artísticas de mayor repercusión para los tiempos posteriores: el collage. De manera inicial los denominados papiers collés creados por los cubistas, permitieron incorporar a lo que hasta entonces se había entendido como tableaux o cuadros, pedazos de papel adheridos a la superficie plana que estimulaban una visión más amplia de la naturaleza del color y de las posibilidades de la perspectiva en una obra.
Una buena ocasión para recordar que las herramientas que tienen los programas de diseño gráfico asistido por ordenador provienen de homónimas piezas del mundo analógico. Lo que me recuerda el chascarrillo aquel del niño que pregunta a su padre: ¿Papá, y cómo se rebobinaban antes los libros cuando no había DVD?
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