Gañán
Gañán con cara de no haber roto un plato...
La situación empieza a ser preocupante. Desde que vino el Gañán bicolor no tengo un minuto de respiro, salvo cuando me suben a la estantería, encima de los A3, y puedo relajarme de tanto juego. Acepté lo de que me confundiera con la madre, con el efecto secundario de tener las tetillas encallecidas, pero es demasiado travieso. Ahora me ataca, cual rata peluda, con un chillido que pretende ser maullido pero no llega. Soy un gato paciente, pero cualquier día le meto un zarpazo que lo meto en vereda. De momento descanso apaciblemente en mi atalaya, a la espera del momento en que descubra cómo acceder a mi lugar de retiro. Todo llega en este mundo.
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