La cigüeña siempre llama dos veces




Ayer por la noche me desveló de mi profundo sueño el maullido de un pequeño gatito. Estaba bajo un coche, bajo mi ventana, escondido y tembloroso de miedo. Como soy un gato casero, no pude bajar a por él, pero el "gitano" hizo el amago. Como el gatito dejó de maullar supuse que se habría marchado con la madre. Pero esta mañana volví a escuchar el lastimoso quejido felino por la ventana. El "gitano" bajó a salvarlo, porque una cosa es pasar una noche a la intemperie y otra muy distinta sobrevivir al tráfico de la calle en Cádiz.

Lo llevaron al veterinario que, tras examinarlo, le ha mandado una friega antiparásitos y una buena ducha. Le han dado de comer un "blandito" especial para gatitos, del cuela he catado yo un poco, por aquello de los celos. Después, me ha confundido con su madre y me ha querido mamar de las tetillas. Qué le vamos a hacer, tendré que cuidarlo y transmitirle mis conocimientos para que sea un gato de provecho. Ahora sabré por mi propia experiencia lo que significa ser padre gatuno. A la vejez, viruelas...

Lo llamaré Gañan.


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