Epitafio

Cuando mi corazón deje de latir,
sacad mis órganos sanos
y dad vida de mi muerte,
antes de que mi cuerpo asemeje el frío mármol.

No me vistáis con traje oscuro,
más con una simple mortaja
cubrid mis restos inertes.
Acercad mi mano a mis cabellos,
para que me vaya jugando 
a ensortijar mi rizos, como cuando estaba vivo.
Dejad una moneda dentro de mi boca,
para pagar el viaje eterno.

No lloréis mi partida,
sino alegrad vuestros corazones
porque seré uno con el universo,
después de haber sido uno con el mundo.

Celebrad una sonora fiesta de despedida
en la que recordar mi efímera existencia,
y contad vuestra verdad sobre mí
a mis descendientes, amigos y enemigos.

Quemad todo, después,
en una gran pira que eleve al cielo
lo que en vida me dio tanto:
mis libros, mis pinceles, mis instrumentos musicales.

Una vez se disipe el humo,
olvidadme y dedicaos a vivir,
que yo os estaré esperando
más allá de donde nacen los sueños.

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