Imaginénse...

Imaginénse una ciudad con más de 3000 años de antiguedad. Imaginénse en ella, una obra junto a un Bien de Interés Cultural en pleno casco histórico, con un registro arqueológico de gran importancia para el conocimiento de la evolución urbana de la ciudad. Imaginénse que la obra comienza sin los permisos de la Dirección General de Bienes Culturales y que, con una máquina retroexcavadora, comienzan a cargarse todo el registro antes mencionado, desde la actualidad hasta el siglo XV. Imaginénse que alguien denuncia los hechos ante las autoridades competentes.
¿Qué creen que pasa?
¿Una sanción a los responsables de esa destrucción del patrimonio histórico?
Pues no, sencillamente los obligan a realizar un proyecto arqueológico, pero para disimular, porque luego van a seguir destruyéndolo todo, y si los arqueólogos no tragan: no se les paga, o se les presiona cada semana, o mejor aún, los llevan ante la autoridad competente para que vean que ésta come de la mano de aquelllos que quieren destruir la memoria histórica de la ciudad.
Imaginénse que todo esto es imaginario, dormirán mejor que yo.

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