El dilema sucesorio

San Steve Jobs


La pregunta es legítima, y se repite cada vez que sale a colación cuando se trata la cuestión sucesoria en uno de los grandes símbolos corporativos de Estados Unidos, como Apple. Y ahora ¿qué va a pasar con la compañía? El caso de Steve Jobs es el mejor ejemplo. Hay pocos ejecutivos que incluyan en un mismo paquete tantos elementos que se consideran claves en el éxito arrollador de la firma de Cupertino. Quizá Bill Gates, cofundador de Microsoft.

Pero la baja médica de Jobs, y la mera posibilidad de que tenga que renunciar en un futuro a corto plazo al puesto de consejero delegado de Apple, pone además en bandeja otra pregunta de mayor calado. ¿Qué supone su ausencia para el mundo tecnológico y la electrónica de consumo? ¿Existe una nueva hornada de prodigios capaz de tomar el relevo y capitanear la segunda revolución tecnológica de la que habló Gates en su despedida?

El reto inmediato de Apple es demostrar en este momento que la marca es mayor que una sola persona, para evitar una hecatombe en sus acciones. Y hay ejemplos que demuestran que la salida de los fundadores no es tan mala, o puede ser incluso buena. El más evidente es el caso de Michael Dell, que regresó al mayor fabricante de ordenadores personales con la intención de recuperar el liderazgo del sector. Su segundo mandato se tornó en pesadilla. Igual que Jerry Yang en el buscador Yahoo!

La historia se repite con Ted Waitt, que también fue incapaz de revitalizar Gateway cuando regresó en 2001. Y fuera del universo tecnológico se ven situaciones parecidas; la más cantada, la de Howard Schultz en la cadena de cafeterías Starbucks. Steve Jobs, como en otras muchas cosas, despunta. El cofundador de Apple es querido por los consumidores, los empleados y los inversores, y con su visión e ingenio logró impulsar la compañía de la manzana popularizando sus artículos electrónicos.

Hay también vida más allá de la salida de los iconos. Los ejemplos más relevantes en este sentido pueden ser los de la propia Microsoft o de Intel, el mayor fabricante del mundo de semiconductores, capitaneado desde mayo de 2005 por Paul Otellini. Sin dejar de mencionar el portal electrónico de subastas eBay, donde la salida de Margaret Whitman como presidenta ejecutiva se produjo sin mayores sobresaltos.

La clave para que la transición se produzca de forma ordenada está en que las grandes compañías cuenten con un plan sucesorio bien definido, porque esto da certidumbre y evita tensiones potenciales en los miembros del equipo de gestión. Intel, por ejemplo, ya prevé que sus principales ejecutivos no superen los 65 años de edad. Si esta cuestión no está clara en el caso de Apple, afirman los expertos, la falta de un líder claro puede afectar al lanzamiento de nuevos productos en el futuro.

Se da además la circunstancia de que figuras capaces de atraer la atención pública, como hace Steve Jobs, también nublan o taponan el ascenso de otros talentos dentro de su propia casa. Por eso, desde el mundo tecnológico se insiste en que Apple es más que Jobs, y que hay otras figuras clave en el proceso de desarrollo de los productos.

El nombre que destaca en la casa de la manzana es el de Jonathan Ive, vicepresidente responsable de diseño. Algunos analistas ya le tienen en el punto de mira.

(Fuente: Pozzi, S. "Apple sin Jobs, otra vez". El País 18/01/2009)

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