Un poema...
Sé que no he de volver, madre,
a la tierra donde nací mortal y fui bautizado como héroe,
bañado en las aguas del río Estigia.
Sé que no he de volver a ver a mi maestro Quirón,
el cuadrúpedo sabio que llenó mi cabeza de sabiduría,
y mi cuerpo de fuerza y resistencia.
Sé que alguien acertará con saeta o venablo certero,
a hundir metal en mi único punto débil y causar mi muerte,
sobre las ruinas de la Troya saqueada.
Sé, madre, que no volveré a verte ¡Oh Diosa inmortal!
Sé que he de dejar mis huesos calcinarse en la pira,
y ser esparcidas sus cenizas por la brisa del mar troyano,
lejos de los montes escarpados de olivos de hojas plateadas,
de mi Grecia querida y añorada.
Sé que no he de volver, mortal en carne y hueso,
pero también sé que me convertirá mi muerte
en héroe legendario y sinónimo de fuerza y valor
por lo que seré recordado cuando este mi mundo sea sólo
resto de un sueño.
a la tierra donde nací mortal y fui bautizado como héroe,
bañado en las aguas del río Estigia.
Sé que no he de volver a ver a mi maestro Quirón,
el cuadrúpedo sabio que llenó mi cabeza de sabiduría,
y mi cuerpo de fuerza y resistencia.
Sé que alguien acertará con saeta o venablo certero,
a hundir metal en mi único punto débil y causar mi muerte,
sobre las ruinas de la Troya saqueada.
Sé, madre, que no volveré a verte ¡Oh Diosa inmortal!
Sé que he de dejar mis huesos calcinarse en la pira,
y ser esparcidas sus cenizas por la brisa del mar troyano,
lejos de los montes escarpados de olivos de hojas plateadas,
de mi Grecia querida y añorada.
Sé que no he de volver, mortal en carne y hueso,
pero también sé que me convertirá mi muerte
en héroe legendario y sinónimo de fuerza y valor
por lo que seré recordado cuando este mi mundo sea sólo
resto de un sueño.
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