Sarcófagos fenicios...


El otro día, andando de aquí para allá, más liado con la búsqueda de partidito en Cádiz que un ovillo de hilo, me entraron ganas de hacer aguas menores. Antes yo aguantaba lo que fuese con tal de mear en un lugar más decente que otro, o por no parar en un viaje -cosa que odio- en coche. Pero la edad no perdona, y cuando me entra la premura, me entra de verdad. Gracias al cielo, en este Cádiz del siglo XXI aún existen urinarios públicos, al menos uno que yo sepa (estoy muy mayor también para conocerme todos los urinarios públicos de Cádiz, sabiduría reservada a los mirones de "pichitas" y exhibicionistas "amateurs"), en la Plaza de Mina. Eché la moneda de 20 céntimos de Euro y la puerta del urinario se abrió como si del teletransportador de la nave Enterprise se tratase. Deje escapar con un suspiro de alivio el contenido de mi presurosa vejiga y después de lavarme las manos, sana costumbre por mucho que "Torrente" diga lo contrario, y al salir me fije, ya más relajado, en el cartel anunciador que había en el exterior del urinario. "Sarcófagos fenicios" decía el cartel, refiriéndose a lo expuesto en el Museo Arqueológico que se ubica en la mencionada céntrica plaza. Me quedó, no obstante la duda, ya que pensándolo detenidamente y fijándose uno con atención en el útil servicio público, no estaba éste muy lejos de parecer un sarcófago. Y si no, entren en el urinario y díganme qué sensación produce. Entre máquina del tiempo de profesor Bacterio y sarcófago fenicio. ¿O no?

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