Monarquía y República, el turnismo de sistema político como panacea

Me da a mi la impresión que todo lo que está pasando la Corona en estos últimos meses no es casual. Todo Borbón que se precie debería ser consciente de la realidad del país en el cual reinan desde que Felipe V 'el Animoso' sucediera al último de los Austrias en 1700: este es un país en el que se necesita siempre un cabeza de turco al que vilipendiar cuando las cosas no marchan. Como el Estado español es un invento bastante anterior a la llegada de los Borbones, con toda su burocracia, cortesanos, validos, politicastros, caciques, nobleza hidalga, etc., pues no es raro que éste persiga su propia supervivencia aunque sea a costa de sacrificar cabezas coronadas; tampoco a costa de diseñar transiciones utilizando con descaro al delfín de la dictadura franquista, por cierto. 

El rey estaba condenado de antemano a jugar  el papel de alto representante del Estado para bien y para mal. Lo que no termino de entender es por qué no sale en la televisión para dejar claro que tenemos lo que nos merecemos. Mejor hablar claro que andarse por las ramas. ¿No pretenderemos ser un país de golfos apandadores y tener un jefe de Estado virtuoso e inmaculado? Sería una hipocresía rasgarse las vestiduras, ahora que se acabó el dinero para la cocaína y las putas, después de años de pedir a la Zarzuela el retrato del rey firmado para enmarcar, hacerse fotos en ferias de muestras, visitas reales y demás eventos. Que se de gente que soñaba con casar a una de sus niñas con el príncipe Felipe, que lloró de emoción como la infanta 'buena' cuando vio desfilar al niño como abanderado de España en las Olimpiadas, por no mencionar a aquellos que se declaraban no monárquicos sino "juancarlistas".

Así, siguiendo el principio lampedusiano del cambio radical para mantener el status quo, esto no sería más que otro capítulo del largo siglo XIX español: si la cosa va mal, culpemos al rey de todo. La república aparece entonces como panacea para todos los males, prostituida por políticos sin escrúpulos que apartarán a un lado a los verdaderos republicanos para mantenerse en las poltronas del poder. Será una república como instrumento del aparente cambio, pero desprovista del significado que la izquierda de este país aviva; no podrá ser de otro modo para que la derecha reaccionaria acepte formar parte del complot. Se creará una república-transición para que quepan todos en nuevo sistema, prolongando el turnismo político a base de repartir por legislaturas jefe de estado y de gobierno para cada uno de los partidos mayoritarios. 

Ni la monarquía consiste en que el rey salga en carroza repartiendo monedas de oro entre los súbditos ni la república es la solución a los males que aquejan a la sociedad española, no nos engañemos. Hay que pensar en la verdadera raíz de todos los males que nos aquejan, que no es otra a mi entender que la insana manía de convertirnos europeos de la noche a la mañana olvidando quiénes fuimos, somos y queremos ser, sin dejarnos llevar por terceros. Vale que gracias a Europa hemos construido infraestructuras que nos han puesto en el siglo XXI, pero no es menos cierto que muchas veces ha sido a costa de transformar para siempre y de forma irreversible un paisaje, que era seña de identidad de nuestro país, hasta convertirlo en un simple escenario para los viajes en automóvil. 

Esto hay que arreglarlo, pero no caigamos en la trampa del cambio irreflexivo e impetuoso, de la zanahoria del enfrentamiento entre nacionalismos extremistas, de la revolución sin ilustración.

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