Españoles a tomar por culo.

Cada día está más cerca el momento de mi partida. Voy a engrosar la lista de españoles a tomar por culo, con la suerte de tener como destino una ciudad europea, que tampoco está tan lejos: Edimburgo.

No es mi primera vez. Esta hace la tercera y definitiva. No pienso volver. Esto no ha cambiado en los 20 años que llevo saliendo a buscarme la vida por el mundo, crisis más crisis menos. No me siento ya ciudadano de este país. No he aceptado nunca la más que evidente característica de estos lares, la pervivencia de un sistema corrupto basado en el clientelismo ancestral y la sumisión a los poderes económicos, que es por lo que tengo que marcharme. Si hubiera entendido la importancia de hacer 'amigos' en todas partes, sin tener en cuenta la catadura moral de los mismos, me hubiera ido muchísimo mejor sin duda. Si hubiera aprendido a callar frente a la injusticia, frente al nepotismo, frente a la inutilidad manifiesta de quienes nos dirigen, quizás hubiera tenido un lugar aquí.

No es que piense que allá donde voy a asentarme las cosas sean distintas, no soy tan ingenuo ya. Puede que sea la misma mierda, pero al menos no me dolerá como me duele aquí en mi lugar de nacimiento. Me afecta mucho ver como se destruyen los recursos de mi país, tanto los naturales como los culturales, humanos, morales, etc. Ver como hacen de todo un espectáculo lamentable que ni siquiera está a la altura de las peores peleas de patio de vecinos. Ver como surgen expertos en todas las materias para posicionarse a un lado u otro de cada asunto a discutir, escudados en títulos universitarios que todos sabemos que son inútiles porque en la Universidad española no se aprende nada. Todo lo más sirve como vía de acceso a un determinado empleo según tus relaciones sociales. Me come por dentro haber sido espectador de la destrucción de la conciencia de clase de los trabajadores, la entronización del burgués como clase dominante vulgarizada por la medida de la ganancia económica, la pervivencia de las clases aristocráticas como ejemplo de calidad de vida en papel couché.

Somos la generación más preparada de la historia de este país y tenemos que abandonarlo porque no hay sitio para nosotros en esta sociedad que vive de la especulación, del ansia por lo material frente a lo espiritual, del enfrentamiento continuo. 

Yo no puedo ser acusado de abandonar el barco, pues he intentado plantar cara a los problemas que creía tenían solución. Dos veces me marché acuciado por el peso de mi fracaso y otras tantas volví para intentarlo de nuevo. Esta vez no habrá retorno. Mi salud mental está antes que mi país. Prefiero empezar de cero en otras latitudes y guardar en mis memorias de infancia los mejores recuerdos de una vida inocente y desconocedora de la realidad. 

Todos a bordo. El tren va a salir.


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