Origen, de Cristopher Nolan
Pero lo que más me ha gustado de la película ha sido el papel de la arquitectura como base o decorado para los sueños. El problema es que dejan demasiada manga ancha a la imaginación, olvidando las leyes básicas de la Física que aplican al arte de la arquitectura, aunque puede perdonarse dado el carácter onírico del espacio donde se desarrollan los diseños de edificios y ciudades imposibles.
En este país, de constructores de adosados de bloques prefabricados, es fácil prever cómo serían los mundos que crearía un arquitecto a sueldo de promotor: urbanizaciones más allá de la Ley de Costas y demás regulaciones, incluidas las que atañen a patrimonio histórico-artístico; adosados de 20 m2, zonas verdes inexistentes, mucho aparcamiento subterráneo (porque, incluso soñando, la gente coge el coche para todo), etc.
A pesar de sus claras referencias cinematográficas y literarias -desde el mundo de Tlön creado por el genio de Borges, la poco valorada "Días extraños" de K. Bigalow, hasta la clásica Matrix de los hermanos Wachowski; el guiño a la protagonista del biopic sobre Edith Piaf (Marion Cotillard), que también aparece en el filme como la esposa muerta de Cobb, con el uso de la canción "Je ne regret rien" como despertador de los sueños inducidos-, la cinta de Nolan se postula como una de las más firmes candidatas a película del año y, siempre que no caigan en las secuelas, en un clásico de la ciencia-ficción.
Muy recomendable para todos los públicos, no en balde es una historia de amor eterno bañada en acción, buenos efectos especiales y un guión de lo más conseguido.
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