Crimen y castigo...

Cómo echo de menos los tiempos en los que los delincuentes tiraban de pistola y/o navaja. Al menos, se les veía venir de lejos.

Ahora llevan trajes de chaqueta, corbata, y andan muy estirados por la calle. Son un gremio multidisciplinar de señores de aparente reputación acrisolada, impoluta; nada que ver con los robagallinas y engachados, pobres desgraciados que roban para comer o pagarse la adicción; tras las camisas del caballito, o el carné del partido, estos están enfermos de poder y avaricia.

Viven de malversar fondos públicos, prevaricar, especular, promover, mal construir; son morosos profesionales, constructores-destructores de empresas hechas con naipes, creadores de ERE´s; asiduos de los juzgados, a la vez que de los lugares más "in" de la "high society" de nuestras ciudades y pueblos. No les importa dejar familias en la calle, subcontratas en quiebra, edificios expoliados; dejar a su paso, cual babosas, un reguero de sanciones eludidas con maestría de recortadores taurinos, asistidos por el funcionario corrupto y/o condescendiente.

Y lo mejor, son como las malas hierbas: nunca mueren. Son como las cucarachas: aunque las pises, siguen arrastrándose por la basura y los estercoleros al margen de la ley. Cual parasitos o rémoras de tiburón, viven aprovechándose de la buena fe de los demás, como lobos entre corderos son.

Pero a todo cerdo le llega su San Martín. Que conste que están avisados, y como decían en mi barrio: "el que avisa, no es mala gente".

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