Reflexiones sobre el matrimonio

Un matrimonio no se basa en los papeles firmados en la vicaria, ni en el amor a los hijos, ni en ser él muy trabajador y cabeza de familia, ni ella muy limpia y virtuosa. El problema es que, mientras se mantiene la ficción, escudándose en ideas preconcebidas de lo que debe ser un matrimonio socialmente aceptable y católicamente bendecido, todo va bien, más o menos, con sus altibajos. Cuando todos estos lazos ficticios desaparecen, por el avance en la forma de pensar de uno y la inmovilidad del otro, cuando el trabajo en el que te has estado escondiendo todos estos años te deja al llegar la jubilación, cuando el motivo de tantas discusiones matrimoniales muere, cuando los hijos se marchan a vivir su vida, el castillo de naipes se derrumba con un ruido de escombros, crujir de vigas y bajas colaterales.

Es entonces, aunque tarde, el momento de sentarse a hablar y preguntarse si no sería mejor ir cada uno por un lado, aceptar que el tiempo de disfrutar del matrimonio pasó mucho tiempo atrás sin ser aprovechado, que aún quedan años para encontrar la felicidad siendo uno mismo. También está la opción de acudir a un consejero matrimonial o a un psicólogo, que ayude a sobre llevar dignamente y con educación los años de pareja futuros, teniendo en cuenta que quedan pocos y que, un día de estos, cualquiera de los dos morirá de un infarto, cáncer, o un derrame cerebral, dejando al otro con una enorme sensación de perdida, totalmente compatible con otra de alivio al mismo tiempo, al sentirse libre de una carga por autoaceptada no menos pesada. 

Por supuesto, también está el tema de los hijos, cómo afectará a estos la situación nueva. Unos se lo tomarán mejor que otros, porque cada uno tiene una idea personalizada de lo que es el tándem matrimonial en el que ha nacido, pero todos tendrán que aceptar la nueva situación con tranquilidad y elegancia, cual sucede en las películas de Woody Allen o en la preciosa creación de Nanni Moretti “La messa é finita”.
En definitiva, que la vida es muy corta, que hay que “vivir cada segundo como nunca más”, como decía Vinicius de Moraes. Que, a pesar de los años, se puede ser feliz al lado de otra persona, o solo pero feliz con uno mismo, dejando la representación en el momento de los aplausos y no en el de los abucheos y los vegetales volando hacia el escenario, salpicando a los espectadores de la primera fila.

Nota para recordar: nada es eterno, todo termina. Pero a la vez, vuelve a comenzar con cada final, como una sesión continúa de cine de autor. La vida es así.

Hecho demostrado: Tener una infancia feliz no es garantía de una vida igualmente plena. Más bien al contrario: después de la felicidad de la inocencia viene el penar del conocimiento y la verdad de la vida. ¿Por qué mordería Adán la manzana? Su puta madre...

Comentarios

  1. Que buena reflexión sobre el matrimonio!!!

    Dijo Obiwan: "Todo depende del punto de vista"... y cuando el punto de vista es compartido consuela, al tiempo que sorprende.

    En gran parte educa la tribu entera...

    Seguimos aprendiendo.

    Saludos

    Siempre aprendiendo.

    Saludos.

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