Ante todo mucha calma
Como buen hipocondríaco me gusta estar informado sobre las estadísticas demográficas, en especial los índices de defunción en la horquilla de edades entre los 35 y 45 años, prácticamente la generación del baby boom, o sea, los más numerosos en este momento. Por cada mil habitantes, el índice oscila entre el 0,51 de los 35 años y el 1,51 de los 45. No está tan mal para ser tantos, pero es preocupante el dato objetivo de la subida en un punto con una diferencia de 10 años, sobre todo habiendo entrado en el último lustro de esta. Y cuando se comparan las posibilidades de que te toque la Lotería Primitiva, 1/14.000.000, con las posibilidades de ser el elegido para engrosar el índice de 1´5/1.000, es peor.
Los pesimistas lo tenemos que hacer así. Si partimos de la base de que lo único que no tiene arreglo en esta vida es la muerte pues, mientras no te toque desfilar para San Fernando (el cementerio de Sevilla, no la población gaditana), creo que debemos dar gracias a diario. ¿Qué fuimos la generación de la masificación en las aulas? ¿La generación del paro por excedente de cupo? ¿Los que más dificultad tendremos para poder jubilarnos a la vieja usanza? Todo eso queda relegado a un segundo plano cuando lo que importa es seguir dando guerra. Teniendo en cuenta que, si se es lo suficientemente afortunado para sortear a la parca, vamos a durar por lo menos otros 40 años, mejor tomárselo con calma. ¿No creéis?
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