La paz social

El nuevo ministro de Interior confunde los instrumentos del Estado para mantener la paz social. No es el trabajo de la Policía garantizar que las manifestaciones en contra, de la más que previsible continuación, de las políticas de ajuste económico no molesten la marcha normal del país. No voy a dar lecciones de cómo conseguir la paz social, pero seguro que en ellas no está la represión del descontento popular mediante el uso de la fuerza, como se puede ver cada día en lo que ocurre en los países de la "primavera árabe". Un estado que usa sus fuerzas de seguridad para acallar el descontento social no tiene cabida en un sistema democrático. Para eso está la forma en que se ejecutó -manu militari- la orden de sofocar el movimiento reivindicativo de los controladores aéreos abrió el camino para que se declaren estados de excepción ante situaciones similares. En la antigua Roma a eso se le llamaba dictadura, y otorgaba poderes excepcionales a los nombrados por el senado responsables de acabar con dichas circunstancias. Pero aquí todos aplaudieron la medida, convenientemente azuzados por los medios de comunicación - erróneamente investidos de representantes de la opinión pública-, anteponiendo el derecho de unos pocos a disfrutar de vacaciones a la libre disposición del gobierno sobre las FF.AA. para solucionar conflictos laborales. No podemos quejarnos, tenemos una constitución que lo mismo sirve para un roto que para un descosido...

También la cesión del CNI a La Moncloa es un ejemplo claro de los derroteros que va a seguir esta legislatura recién comenzada. A modo de guardia pretoriana, los espías de todo el país dejarán de estar bajo el paraguas de Defensa para pasar al servicio del ejecutivo de forma directa. Reconozco que soy un poco alarmista pero es que, cuando el futuro inmediato se construye sobre modelos del pasado, yo me echo a temblar; y tengo siempre el pasaporte a mano, por si acaso...

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