Adiós 2011. Hola, 2012.

Siempre sucumbo a la nostalgia del cambio de año. Por mucho que intento no celebrar más de la cuenta algo tan cotidiano como es el paso del tiempo, al final termino cayendo en la trampa de esperar que el año que empieza pueda ser el que marque el tan esperado cambio a mejor, brindando con una copa de cava en la mano felicitando por doquier.

Me resisto a creer que, después de tantos siglos de historia, sigamos empeñados en mantener un sistema que nos está llevando indefectiblemente al colapso de la civilización humana. En mis cuarenta años de vida, tras un concienzudo análisis de los hechos acaecidos desde mi nacimiento, puedo corroborar que no ha habido un solo año en el que la paz mundial haya sido noticia. Mientras los simples espectadores del devenir histórico celebramos los cambios de año, los actores principales se empeñan en planificar nuevas confrontaciones y disputas bélicas por intereses económicos y estratégicos. Reconozco que pecaría de cándido si no admitiera que la guerra es el único factor que permanece inalterado desde que comenzó la "civilización", pero me resultaría aún más difícil asumir que no podemos cambiar. 

Nos hemos adaptado como especie a todos los cambios ocurridos en el planeta desde que bajamos del árbol, haciéndonos más fuertes y resistentes con cada conato de extinción masiva, habitando cada rincón de la Tierra. Sin embargo, seguimos sin saber solucionar los problemas derivados del desequilibrio entre población y recursos, de la desigual distribución de la riqueza. No quiero pensar que tengamos que esperar a que sean los futuros superordenadores, esos que los científicos vaticinan que serán capaces de pensar por si mismos, los que tomen una decisión al respecto desde un punto de vista exclusivamente racional.

Terminamos el año con la crisis y empezaremos el nuevo de igual manera. La solución no está a la vuelta de la esquina, pero tampoco puede estar mucho más lejos. Tendremos que ser pacientes con la situación, pero no así permanecer impasibles mientras no nos veamos afectados directamente por la mala situación económica; si la historia enseña algo es que nadie puede quedar al margen de su discurrir por mucho que se intente mirar para otro lado. Recordemos que todos vivimos en un mismo y único mundo.

Aunque pueda resultar ñoño y de aspirante a Miss Universo, os desearé la paz mundial para este nuevo año y que seáis todo lo felices que podáis en este mundo imperfecto.


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