Rubalcaba y su giro a la izquierda.




Interesante el rumbo dado por los asesores políticos de Rubalcaba para su campaña electoral. Después de dejar el gobierno para echarse a la carretera durante el verano, cual artista de orquesta de verbena de pueblo en pueblo, intenta convencer a los votantes de que él no ha pertenecido al ejecutivo que ha dictado las actuales medidas contra el estado del bienestar. No contento con esto, insulto a  la inteligencia de cualquiera que haya estado al quite de la política de los últimos años del partido socialista, se permite el lujo de aparecer como el salvador de la verdadera izquierda, cual Lenin redivivo. Todo lo que no han hecho antes para con los causantes de la grave crisis del país, y reitero lo de país porque aquí hay factores que han hecho de la crisis mundial un problema mucho más grave que en otros países, lo pretende hacer si lo votan ahora. Otra más de las mentiras con las que un partido que lleva perdiendo definición desde Suresnes pretende hacer ilusionismo político ante las masas populares, esas que votan al PSOE para detener a la derecha mala que pretende hacernos a todos esclavos del caciquismo tradicionalista español. A mi me recuerda mucho esta actitud a la presentada por Gonzalez cuando hizo campaña, primero en contra y después a favor, del referéndum de la OTAN. Se puede prometer de todo, a sabiendas de que no es posible implantar ciertas medidas que se postulan como muy de izquierdas porque se encontrarán la oposición frontal del capitalismo patrio, a la postre verdaderos dueños del timón de la deriva en la que nos encontramos.

Demagogia barata para no presentarse como alternativa blanda al neoliberalismo militante del Partido Popular. Sería mucho más fácil identificarse claramente como el azúcar para el pan negro que nos ofrece el futuro. Vista la situación actual de progresiva destrucción del alcanzado nivel de bienestar social -más que discutible por otro lado- en la vieja Europa durante los años de bonanza y optimismo del fuerte euro, se va a producir un claro endurecimiento de las condiciones de vida. La alegría del puesto de trabajo fijo, sin exigencias de productividad asociada a esa tranquilidad de funcionario, tiene sus días contados; lo mismo que el despilfarro de las empresas públicas y el descontrol de las cuentas de gastos. Nos podemos ir olvidando de las subvenciones europeas para gastar en proyectos de infraestructuras megalómanos. Se acabó el ir por ahí luciendo la banda colegial de alumno aventajado del G8, eterno aspirante a lamer las babas de los bulldogs de la política mundial. Empieza el periodo de ajustes para volver a ser un país de la periferia, valioso por ser frontera con el norte de África, tener playas con buenas paellas y hoteles baratos; camareros y seguratas de Europa.

Lo que vengan no serán medidas a tomar por el futuro gobierno de la nación, sea el que sea, sino por las instancias económicas internacionales, como ya hemos visto en el caso de Grecia. Así que seamos francos: lo que se vota en las próximas elecciones es a quién deberá ser la marioneta vestida de torero de los intereses del continente en el panorama internacional.

Así que nada de milongas y cuentos. No creo que haya muchos interesados en escucharlas después del giro a la derecha del gobierno, probablemente a cambio de cargos en organismos internacionales -la selecta élite de la política mundial a la que todos aspiran- que garanticen los ingresos y las prebendas de por vida.  No es que el cambio de partido vaya a cambiar las cosas en gran manera, pero garantiza la renovación en las esferas del poder, imprescindible para generar un nuevo espíritu de esperanza en las almas de los descontentos que quieran creerse que todo es posible.

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