Definición de República
Vamos con la definición que Wikipedia da del concepto:
República (del latín res publica, «la cosa pública, lo público»), en sentido amplio, es un sistema político que se fundamenta en el imperio de la ley (constitución) y la igualdad ante la ley como la forma de frenar los posibles abusos de las personas que tienen mayor poder, del gobierno y de las mayorías, con el objeto de proteger los derechos fundamentales y las libertades civiles de los ciudadanos, de los que no puede sustraerse nunca un gobierno legítimo. A su vez la república escoge a quienes han de gobernar mediante la representación (democracia representativa) de toda su estructura mediante el derecho a voto. El electorado constituye la raíz última de su legitimidad y soberanía. Muchas definiciones, como la de Encyclopædia Britannica de 1911, resaltan también la importancia de la autonomía y del Derecho (incluyendo los derechos humanos) como partes fundamentales para una república. No debe confundirse república con democracia, pues aluden a principios distintos, la república es el gobierno de la ley mientras que democracia significa el gobierno de la mayoría, del griego, Dimokratía (Demos (Pueblo) y Kratos (Estado, refiriéndose a soberanía en este caso).
Como puede leerse, en ningún lado aparece la vinculación histórica y/o catastrófica que, tanto defensores como detractores, respectivamente, utilizan frecuentemente en su argumentación. Ser republicano no implica necesariamente estar pidiendo la vuelta a un periodo histórico determinado, ni ser partidario de la anarquía, la quema de iglesias, y el marxismo-leninismo.
Sigamos con más aspectos definitorios:
Tradicionalmente, se ha definido la república como la forma de gobierno de los países en los que el pueblo tiene la soberanía o facultad para el ejercicio del poder, aunque sea delegado por el pueblo soberano en gobernantes que elige de un modo u otro. En la práctica suele pensarse que la forma de estado de un país es la monarquía si tiene rey, y república si no lo tiene. Lo cierto es que una república está fundamentada en el "imperio de la ley" y no en el "imperio de los hombres". Una república es, de este modo, un sistema institucional independiente de los vaivenes políticos, incompatible con tiranías y monarquías, y en la cual tanto los gobernantes como los gobernados se someten por igual a un conjunto de principios fundamentales normalmente establecidos en una constitución.
"Un montón de gente no es una república"
Aristóteles.
Y la constitución, de ser apegada al Derecho, sirve para protegerlo y definir incluso qué leyes son buenas y cuáles malas en el marco de referencia constitucional.
El desconocimiento de estos principios clásicos en el mundo moderno lentamente ha conducido a muchos a expresarse en términos de "repúblicas democráticas" o "repúblicas islámicas", sin considerar la contradicción que tales frases contienen.
Son elementos comunes que participan del contenido de la definición tradicional que la cultura occidental ha elaborado del concepto "República": 1.-la periodicidad en los cargos; 2.-la publicidad de los actos de gobierno, no es posible el secreto de Estado; 3.-la responsabilidad de politicos y funcionarios públicos; 4.- la separación y control entre los poderes; 5.- la soberanía de la ley; 6.- el ejercicio de la ciudadanía, quien pone y depone; 7.- la práctica del respeto, y no la intolerancia, con las ideas opuestas; 8.- la igualdad ante la ley; 9.- la idoneidad como condición de acceso a los cargos públicos.
No creo necesario seguir con la descripción de las ventajas evidentes de este sistema de gobierno frente a una monarquía, en la cual el Jefe del Estado es impuesto por razones poco más que de origen divino, por herencia sanguínea, o por la patilla. Peor me lo ponen si encima se trata de una monarquía herencia de la voluntad de un dictador, disfrazada de "menor de los males" a cambio de una transición pacífica hacia una democracia ficticia.
Pero seamos sensatos. Para aspirar a un sistema de gobierno justo, consensuado por el pueblo en su totalidad, se debe educar a la ciudadanía para que tenga el conocimiento necesario sobre política para elegir con absoluta libertad. Educación en derechos y obligaciones, educación libre del miedo al cambio, educación en la independencia y el autogobierno del individuo dentro de la colectividad social. En un país como el nuestro, con la educación maltratada por años de cambios en el sistema de enseñanza -fracasado, por la evidente mala puntuación que obtiene respecto a otros países y por el actual clima de falta de valores éticos y morales que nos han arrojado en las manos de los especuladores-, no será posible plantear un cambio de sistema de gobierno en una generación al menos. Además, la necesidad del español medio de tener un "pater imperator" que rija el destino del país es casi una enfermedad patológica; no en balde se vota en las elecciones a la persona, ajenos a programas políticos que nadie lee o conoce medianamente.
Sin embargo, no hay que cejar en el empeño de divulgar la realidad de un sistema político vilipendiado por la historia y el anecdotario nacional. Se hace imprescindible desligar la república de su significado tradicionalmente aceptado por unos y otros. Desnudarla de ideologías concretas y dar paso a una nueva definición que aporte futuro y cambio. Es necesario, ahora más que nunca, antes de que caigamos en la trampa del parlamentarismo monárquico basado en el turnismo oficial y oficioso que tan buenos resultados le ha dado a la familia real británica.
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