Los retos de Cádiz 2013
Como ya mencionamos en este blog, la creación del consorcio de empresas denominado Cádiz 2013 es una iniciativa loable, a pesar de que la mayoría de las empresas que lo integran no son de la ciudad de Cádiz; no deja de provocar suspicacias este hecho que, en la mentalidad del gaditano de a pie, aparece como una idea de "montañeses" que quieren aprovechar el tirón de la celebración del Bicentenario de la Constitución de 1812.
Cádiz 2013 tiene que ganarse el título de iniciativa gaditana, hecha por gaditanos y para gaditanos, lo que resulta lo opuesto a la idea central del proyecto, la internacionalización de la ciudad de Cádiz y su puesta en lugar en el tiempo presente. Si bien la ciudad ya tiene un nombre, indefectiblemente éste ligado al Carnaval, el viento de Levante y las revueltas de Astilleros, necesita abrirse a un mundo cambiante y actualizarse. El problema es que, después de haber sido una ciudad de suma importancia en el mundo romano, la decadencia experimentada en los siglos sucesivos, hasta el traslado de la actividad comercial con las Indias desde el puerto de Sevilla a la Bahía, ha dejado una huella indeleble en el carácter gaditano;la impronta de resignación a los vaivenes de la historia para con la ciudad, confirmada con la perdida de los territorios de ultramar en 1898 y con la dictadura del General Franco, impregna a todos sus habitantes. Por mucho que se quiera trabajar en pos del cambio y la innovación, la cercanía de sus playas urbanas, el ambiente de la calle, la desidia de sus políticos e instituciones y el rechazo a todo lo que pueda suponer una mínima perdida de identidad colectiva, hacen que uno se termine acostumbrando al ritmo propio de la urbe-isla, dejando para mañana todo lo posible. El vivir día a día ha calado de tal manera, que podríamos considerarnos (me incluyo como habitante de la ciudad, porque el gaditano nace donde le da la gana, como es bien sabido) precursores del "período especial" de nuestros hermanos cubanos. Y si no me creen, entren en cualquiera de las casas de Santa María o El Pópulo, con sus patios llenos de vida en su más extenso significado. O mejor, busquen un "partidito" para vivir de alquiler.
No quiero decir con esto, que no haya empresas en Cádiz que puedan competir con las mejores marcas internacionales, sino más bien que no existe la intención, más allá de los beneficios económicos que pueda esto generar, de salir de la ciudad. Para el gaditano no hay nada peor que el exilio impuesto por la situación económica, la emigración a otras tierras más generosas en labor por su más amplia circunscripción territorial. Yo mismo -repito, sintiéndome gaditano de adopción y casamiento-, me niego a salir de aquí si no es con los pies por delante, a no ser que el hambre apriete y no haya más caballas que pescar.
El planteamiento de Cádiz 2013 es idóneo para esta ciudad, pero hay que admitir que la idiosincrasia de la ciudad de Columella va a hacer necesario un cambio paulatino de mentalidad, empezando por las instituciones públicas, acostumbradas como están a ser las garantes del bienestar de los ciudadanos a base de clientelas y dádivas, pasando por el empresariado local basado en la tradición (la mayoría de los negocios que se mantienen en Cádiz, lo hacen gracias a la costumbre adquirida y a la familiaridad "inter pares") y terminando por el gaditano medio, ente individual nadando en las aguas de lo colectivo. Alma de boquerón, en vinagre, por supuesto.
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