Un adiós

Se que muchos no entenderán que, con la que está cayendo, me afecte tanto ver a mi gato Mateo deshauciado. Se que siempre he mantenido una postura -impostura sería el término más adecuado- de frío distanciamiento hacia la inevitable cesura que es la Muerte dentro del ciclo de la Vida. He visto morir a muchos seres queridos y me he sobrepuesto a la pérdida, como no podría ser de otra forma para poder seguir adelante. Pero debo reconocer que tengo una terrible sensación de desasosiego ante el trago amargo que me queda por pasar hoy. Mi pobre gato tiene ya cerca de 19 años, conmigo ha pasado sus últimos tres años en un estado de salud envidiable para un felino de esa edad, y le ha llegado la hora de decir adiós a la última de sus 7 vidas. Me toca hacer con él su último viaje, cual Caronte sin barca, camino del veterinario. Su estado de debilidad es tan extremo que hoy no pudo siquiera salir de su cesta para ir a orinar. Está flaco, en los huesos, con el pellejo pegado a sus huesos; mira con ojos apagados y tristes, probablemente porque ya no puede más y es consciente de ello. Lo voy a pasar mal, pero no puedo permitir que su situación degenere hasta el límite de que pase sus últimos momentos apartado de la calidad de vida que siempre disfrutó, calidad de vida -por cierto- que ya quisieran para si muchos seres humanos.

Mis otros dos gatos, Amedio y Gañán, parecen barruntar la cercanía de la Muerte. No se acercan al pobre Mateo. Uno se ha escondido bajo las sabanas y el otro, el más joven, corretea por la casa como intentando alejar el fantasma que intuye y que no acierta a reconocer aún.

Mi mujer está triste en extremo. Sería demasiado para ella, siendo la mujer más fuerte que conozco, llevar a Mateo al veterinario. Me toca a mi. Lo voy a pasar mal, pero es algo inevitable y necesario. 

Siempre recordaré a Mateo como el más cariñoso gato con el que he tenido el gusto de vivir. Los que améis a los animales sabréis lo que siento en estos momentos. Cuidad a vuestros animales pues son obra de Dios, la naturaleza, o lo que sea. Ellos hacen lo mismo por nosotros, pero en silencio.

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