Mejor no menearla...
Me pregunto qué debe pasar por la mente de todos los implicados en la reforma laboral. Pues bien, en mi podridas neuronas imagino que:
Los "presuntos" sindicalistas liberados y vendidos (no creo que haya nadie que no conozca un buen ejemplo), cual iPhone de eBay, estarán acojonados no sea que los cambios incluyan una debilitación de sus privilegios como "agentes sociales" representantes de los trabajadores, sobre todo después de haberse escondido en la crisis económica para permitir los desmanes que se están produciendo contra los derechos de los trabajadores, previa negociación individual con el patrono de turno para no perder su puesto de trabajo.
La "presunta" patronal (al igual que los sindicalistas, todos sabemos quiénes son) estará frotándose las manos ante la posibilidad de conseguir la flexibilidad en el mercado de trabajo, que no es otra cosa -en sus mentes de mercheros y quinquilleros venidos a empresarios- que poder tener a la plantilla a total disposición cuando haya trabajo, y en la puta calle cuando no. Poder tener control absoluto sobre la vida de otros a cambio de un sueldo miserable, obligar a hacer horas extras a devolver en días de descanso; vacilar de acciones, yate y todo-terreno y/o deportivo; comer jamón serrano a diario, mantener parienta, amante con piso puesto y chapero habitual, etcétera, etcétera, etcétera.
Los políticos (todos ellos, aunque tienen la oportunidad de quedar bien dimitiendo si estoy equivocado en mi generalización): unos, encantados con legislar por decretos, cuales Condes-Duques de antaño; otros, esperando ver caer al contrario para quedarse con todo de nuevo sin reparar en el daño que hacen al pueblo. Y todos al unísono siguiendo a mamá pato: si la gran madame europea pide ajustes, ajustes habemus todas las putas. Desventajas de ser países de segunda contratados de portera (con todos mis respetos para la profesión*) para que no entre gentuza en la alba Europa (Una, Grande, y Libre en lo económico, formada por la elite de boches, gabachos, pérfidos hijos de la Gran Bretaña, Berlusconi y un banquero de Zurich; las migajas que caen de la mesa para la portera española**, la ama de llaves irlandesa***, la limpiadora griega**** y el cocinero portugués*****. El resto, aunque aún no lo saben, viven en los establos de la casa, claro. Mucho mejor nos hubiera ido entrando en el Magreb; al menos ahora estaríamos a la cabeza en algo más que en consumo de cocaína.
Los TRABAJADORES, que no son todos los que cobran nómina, incluyendo autónomos, funcionarios honrados y responsables, amas de casa, parados por obligación, todos aquellos que consiguieron su trabajo sin lamer culos, tirar de padrino, o nacer con pasta. Estos estarán ya hasta los huevos de ver cómo los demás se pelean por tener razón, mientras dejan que se hunda un país que han levantado con madrugones, sangre, sudor y lágrimas. Eso sí: sin hacerse ricos en el camino, porque trabajando no se hace nadie rico. De qué iba entonces a tener tanto éxito la trata de blancas, el narcotráfico, el contrabando, la especulación, la corrupción política...
Seguramente todo es fruto de mi enfermedad mental y mi alterada percepción de la realidad. Estoy seguro de que, una vez me tome la medicación, veré que todos están preocupados por sacar el país del agujero mirando por el bienestar general, trabajando sin descanso hasta mejorar la situación y arrimando el hombro todos a una. Seguro...
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