Elecciones 2008

Bueno, por fin terminó el período electoral, votamos y todo quedó como estaba. Los españoles somos gente llana y sencilla, de naturaleza optimista, así que respondemos mejor a aquellos estímulos que nos anuncian tiempos de bonanza y alegría. El pesimismo y el oscurantismo de siglos parece que ha sido desterrado, aunque en el Partido Popular no se hayan dado cuenta. Rajoy ha cometido el error de dejarse asesorar por alguien que no le quiere bien. El mensaje alarmista y de debacle en ciernes, tan popular en otros tiempos -cuando los españoles se decantaban por el progreso-, con el que las fuerzas vivas asustaban al pueblo con terribles desastres y castigos divinos por apartarse del camino marcado por el poder, han pasado a mejor vida.
La gente no quiere que le digan que las cosas están mal, sea o no sea verdad, prefiere escuchar cosas "bonitas". Nadie compra un coche si el vendedor le dice los posibles defectos que le pueden surgir o si le vaticina un accidente de tráfico de comprar un coche potente. Es la lógica del mercado: vende bueno, bonito y barato.

Veremos qué tal lo hacen los socialistas estos cuatro años. Esta vez no hay que achacar el voto al partido ganador al castigo por la guerra de Irak ni por un atentado. Y eso, aunque parezca que no, han de aprovecharlo los ganadores.

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