Qué es la depresión
"Heard joke once: Man goes to doctor. Says he's depressed. Says life seems harsh and cruel. Says he feels all alone in a threatening world where what lies ahead is vague and uncertain. Doctor says 'Treatment is simple. Great clown Pagliacci is in town tonight. Go and see him. That should pick you up.' Man bursts into tears. Says 'But Doctor... I am Pagliacci.'"
Rorschach
(Watchmen, by Alan Moore/Dave Gibbons)
El pequeño relato que el personaje de la novela gráfica Watchmen cuenta es una de las mejores descripciones que pueden encontrarse sobre lo que significa la enfermedad del alma por antonomasia: la depresión. No encontrar sentido a nada en la vida podría considerarse una clarividencia manifiesta de la mente, una aceptación tácita de la realidad flagrante que nos rodea cada día, pero la mente humana no funciona así; estamos hechos de otra pasta. El ser humano es capaz de sobreponerse a los traumas asociados con la existencia, de no ser así no hubiéramos llegado a sobrevivir en el medio hostil en el que empezamos nuestra andadura como especie. Está en nuestro instinto levantarnos después de una caída, no quedarnos en el suelo deshechos en lamentos. El problema de la depresión, a mi entender, es que no necesitas caer para deshacerte en sollozos y angustia. Puedes estar en una inmejorable situación personal, profesional, económica, pero en lo emocional encontrarte sumido en el dolor. No hay motivación para estar deprimido. Cuando se asocia el estado anímico bajo con problemas o situaciones especialmente dolosas, puede afirmarse que se trata de una depresión causada por factores exógenos. La depresión como enfermedad surge de dentro de la mente, sin motivos aparentes.
Es realmente frustrante despertar en la mañana para afrontar un día como un obstáculo que salvar para volver al descanso del sueño, eso si puedes conciliarlo. Cuando la depresión va asociada a estados de ansiedad, el sueño se convierte en otra prueba para la calma del espíritu. No recuerdo nada peor que no poder dormir durante toda la noche. Es como ver materializarse en el mundo real la negrura que alberga el interior de la mente enferma.
Lo peor de la enfermedad es que todavía no se acepta como tal, a pesar del reconocimiento de la misma por parte de la OMS como una de las dolencias que afectará a más población en el recién comenzado siglo XXI. Incluso en las consultas de primera atención médica no es difícil encontrar profesionales que se toman a la ligera a los pacientes que buscan ayuda para la enfermedad. La generalización de los síntomas asociados -la ansiedad, por ejemplo- y el uso del término para referirse a diferentes estados emocionales pasajeros -la famosa depresión de la vuelta de las vacaciones-, así como la falsa creencia de que la solución está en los tratamientos farmacológicos, no hacen más que minimizar la gravedad de una enfermedad grave en extremo.
No le deseo a mi peor enemigo sufrir esta enfermedad. Es como vivir inmerso en una constante decepción, luchando continuamente por encontrar un motivo para vivir, una ilusión a la que agarrarse para no hundirse en la miseria más absoluta. Lo dejaría todo a cambio de no sentir nunca más esta sensación agobiante. Comprendo a los que, cansados de la batalla diaria, encuentran valor para saltar desde una ventana o colgarse de una soga, aunque no comparta su drástica solución al padecimiento.
En fin, que hay que seguir adelante, acortando plazos y expectativas, conformándose con ir superando el día a día, con la esperanza de despertar una mañana con ganas de vivir de nuevo.
No le deseo a mi peor enemigo sufrir esta enfermedad. Es como vivir inmerso en una constante decepción, luchando continuamente por encontrar un motivo para vivir, una ilusión a la que agarrarse para no hundirse en la miseria más absoluta. Lo dejaría todo a cambio de no sentir nunca más esta sensación agobiante. Comprendo a los que, cansados de la batalla diaria, encuentran valor para saltar desde una ventana o colgarse de una soga, aunque no comparta su drástica solución al padecimiento.
En fin, que hay que seguir adelante, acortando plazos y expectativas, conformándose con ir superando el día a día, con la esperanza de despertar una mañana con ganas de vivir de nuevo.
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