Made, o cómo hacer música sin subterfugios
Por fin he tenido tiempo de escuchar tranquilamente los temas de Made, la primera banda virtual del país. Debo decir que, aunque podría pecar de subjetivo por el aprecio que le tengo a los "integrantes" de la banda, es de lo mejor que he escuchado últimamente; y escucho mucha música de grupos nuevos y alternativos gracias al gran escaparate de la web y los MySpace, tan populares de un tiempo a esta parte, y a la siempre presente y fiable radiografía del estado de la nación, musicalmente hablando, que Radio 3 nos regala cada día.
En el trabajo de Made tenemos una gran variedad de formas de entender la música, siempre desde una premisa básica: transmitir sentimientos. Un genial palimpsesto sonoro que gustará a todos los amantes de la buena música, inclasificable desde la perspectiva actual de macroconciertos para toda la familia, Eurovision, canción del verano, y demás bazofia que se nos presenta desde el lado más comercial de la industria del pentagrama. Porque atrás quedaron los días felices de la canción del verano oficial; ahora se ha convertido en un empeño de las marcas de cerveza regalarnos con melodías pegadizas y facilonas para que asociemos el consumo de rubia espumosa con las experiencias veraniegas. Pues bien, el trabajo de Made está en las antípodas de lo vulgar, en el lado oscuro de la luna respecto al panorama musical actual.
No tardaremos mucho en oír hablar mucho y bien de este grupo que, aunque virtual, tiene más credibilidad y presencia que muchos de carne y hueso, posturita fashion y productores internacionales. Chapeau, chicos.
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